dijous, de febrer 22, 2007

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22 feb 07

Urbanización


Santiago Niño Becerra

¡No!, urbanizaciones, no; urbanización.

La European Environment Agency ha publicado muy recientemente un interesentántisimo estudio de título "Urban sprawl - Europe's ignored environmental challenge" al que Uds. pueden acceder a partir de este link:
http://www.eea.europa.eu/pressroom/newsreleases/urban-sprawl-europes-ignored-environmental-challenge .
Las ciudades europeas, puede leerse en el estudio, se han expandido en los últimos años a tasas impensables pocos años atrás, y lo han hecho extensivamente, es decir, siguiendo un modelo en mancha. Esta situación se ha dado tanto en países y regiones con una tradicionalmente elevada actividad económica, como en aquellos que han experimentado un rápido crecimiento económico en los últimos veinte años. El Reino de España entra en este segundo grupo, y, de hecho, eso es lo que ha sucedido en Cataluña, Comunidad Valenciana y Madrid.
Este aumento de la superficie construida, que en algunas zonas de la UE ha llegado al 20% en las últimas dos décadas, contrasta con el incremento demográfico experimentado: el 6%. ¿Qué implicaciones ha tenido este fenómeno?, pues que el consumo de suelo por persona se ha disparado, concretamente el 100% en el último medio siglo. Y un modelo urbanístico como el que ha propiciado esta situación ha tenido -y continuará teniendo, caso de que continúe- consecuencias.
Resulta que residir en urbanizaciones aisladas y en casas unifamiliares hace que el consumo energético no sea todo lo eficiente que sería deseable, que el gasto de agua sea mayor, que la cantidad de materiales constructivos utilizados en la construcción crezca, que las/los residentes deban recorrer distancias superiores para desplazarse, al igual que deben hacerlo los proveedores de los bienes y servicios consumidos por esas/os residentes, lo que incide en la cantidad de energía consumida por el transporte y en la densidad de las vías de comunicación, lo que implica que éstas deban ser acondicionadas para absorber el mayor tráfico y/o que deba acometerse la construcción de nuevas vías, lo que incide en los presupuestos estatales y regionales así como en el bolsillo de las/los ciudadanas/os. Un panorama, vaya.
Lo que puede deducirse de este estudio es obvio: volver a aquello que hace 30 años empezaron a decirnos que era feo, masificador, anulador de la identidad y peligroso: las construcciones en altura, aunque adaptadas a los nuevos tiempos: edificios de decenas de pisos rodeados de espacios verdes y, entre los mismos, áreas de servicios.
Bueno, de decenas de pisos, o de centenares. Un proyecto realizado en Japón ha diseñado un edificio en el que podrán residir, trabajar, esparcirse y hasta morirse 200.000 personas. Una auténtica ciudad en vertical de la que no será necesario salir para nada porque todo estará allí, absolutamente todo.
Yo, ni quito ni pongo, pero me pregunto algo. El modelo anterior, el de los edificios de pisos, fue parcialmente abandonado para, se nos dijo, ganar calidad de vida. Ahora nos cuentan que para aumentar la eficiencia, es decir, para ahorrar en cosas que son escasas y para no pudrirnos en desplazamientos imposibles, debemos volver a los edificios de pisos. ¿Nadie fue consciente de que el paso al modelo mancha iba a derivar en los problemas que este estudio ha puesto de manifiesto cuando se publicitó el cambio?, ¿o es que en el cambio había pasta a ganar y alguiénes dijeron que esa pasta había que ganarla y nos empujaron a todas/os al cambio?.
¿Qué cubículo les gusta más?. ¿El TR450J en el piso 347, o el HY6675N en el 562?. Vayan pensándoselo, pero no tarden demasiado.
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.